EL OTRO CAMINO Entre el hacer y el ser

Hoy que llegue a los 40 años, después de haber disfrutado y de haber sufrido la vida, después de haber entregado el corazón y la cabeza a los ideales que creí que cambiarían el mundo o por lo menos mi mundo, después de haber intentado miles de revoluciones individuales y colectivas, de haber construido utopías imaginarias y proyectos reales, concretos y palpables, la vida me lleva hoy por otro camino.
De repente me encuentro que todo el universo que construí se desdibuja, se desvanece y vuelvo al primer impulso, al primer latido, ese que nos marca un nuevo renacimiento, (porque estoy convencido que en esta vida  morimos y nacemos a cada instante).
Entonces desde esta desnudez del volver a empezar, pienso en este otro camino, el camino del ser.
Anduvimos y seguimos andando por diferentes sendas y huellas queriendo hacer y hacer, todo el tiempo y desde todos los lugares nos impulsan a hacer, el que mas hace, mas lejos llega, el que mas hace es al que mas se lo ve, y de eso se trata de mostrarse, de sobresalir, haciendo, haciendo y haciendo.
Se nos va la vida buscando hacer, intentando construir una carrera, intentando construir una imagen o un estilo, en fin intentando construir por la construcción misma.
Y ese hacer no anda solo, viene siempre con el tener, porque nos han enseñado que mientras mas tengamos mas podemos hacer, entonces nos llenamos de complejas estructuras, tanto materiales, como intelectuales, por ejemplo los músicos nos compramos sonido, nos armamos estudios de grabación en la casa, estudiamos o improvisamos con la tecnología, aprendemos a tocar varios instrumentos y un montón de cosas mas para poder recorrer el camino del hacer, pero sobretodo para llegar, por que ese es el objetivo, llegar.

Llegar a tocar en tal o cual lugar, llegar a grabar el disco, llegar a ser reconocido, siempre llegar, llegar a algún lugar, que por supuesto nunca es definitivo porque el camino del hacer sigue, sigue y sigue porque en su transitar hay mucho por hacer.
Luego de haber seguido al pie de la letra casi toda las recetas del hacer, o por la menos aquellas con las que acorde ideológicamente, como ya conté hoy la vida desde esta desnudez del volver a empezar me propone este otro camino, el camino del ser.
El otro camino, el de encontrarse con uno mismo, en el gesto mas sencillo, en la palabra mas austera y contundente.
El otro camino, el de intentar descifrar en alguna canción o algún poema, el latir de las calles de mi barrio.
El otro camino, ese de encontrarse con el otro, de juntarnos sin maquillaje, sin artilugios, compartiendo la vida desde la simplicidad de la música, la profundidad de la palabra y el sentimiento sincero.
La idea es simple pero a su vez demasiado compleja. Este es el tiempo del ser.
El tiempo de ser lo mas autentico posible, haciendo solo lo que amamos, el tiempo de ser lo mas coherente posible, sosteniendo con el cuerpo, lo que enunciamos con las palabras, el tiempo de ser lo menos ambicioso posible para que la vida nos sorprenda con lo que tiene para entregarnos.
Ser, ser, ser… encontrar la esencia, la razón de la vida, transformarnos desde lo mas profundo, como ya lo dijo el poeta, capa por capa como la cebolla, hasta llegar al centro, al útero, ese núcleo primitivo de lo que realmente somos, con todas nuestras luces y todas nuestras sombras.

ADRIAN TEMER

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